19 de febrero de 2008

Traumas


A partir de un comentario de Carmen hace unos días, en un post sobre Bardem y el principito, empecé a recordar traumas infantiles, o quizá no debería decir traumas, y dejarlo simplemente en cosas que en mis más tierna infancia me causaban una cierta desazón y angustia.

La primera de ellas, Mambrú, sí aquel Mambrú que se fue a la guerra y no se sabía cuando volvería, si sería por la pascua o por la navidad y que al final no volvió, que angustias pasaba yo cuando cantaba la cancioncilla, y lo peor es que la cantaba mucho como regodeandome. Lo que si se podría calificar de trauma era lo del principito, el de Saint-Exupery, sí, lo del pobre elefante tragado por la serpiente, ese era un dibujo terrible, que ansiedad...ese pobre niño en aquel planeta tan pequeño...También recuerdo a la cojita, la que desde pequeñita se había quedado algo resentida de ese pie...esa también tenía tela. Una fuente importante de traumas infantiles era la serie Marco, terrible, pero a mi la que realmente me ponía mal cuerpo era la amiguita del niño, Fiorella, creo recordar que se llamaba, y es que no me podía explicar porque esa niña iba siempre tan despeinada, y eso me ponía muy nerviosa. Que decir de Heidi y todos los personajes que la acompañaron capítulo tras capítulo, el trauma de Heidi, lo superé hace no mucho y gracias a este blog, un buen día se me ocurrió un final alternativo que me liberó totalmente.

En plena adolescencia, podría haberme causado a mi misma importantes traumas gracias al Sr. Becquer, al que leía y leía de forma enfermiza, y es que según me cuentan tuve una adolescencia un tanto insoportable, incluso le pedí a don Ramón, mi profesor de literatura de 2º una cinta de casette con todas las rimas de Bequer, me la grabé y las escuchaba una y otra vez sin descanso...hasta que me cansé. Pero si escuché y leí las rimas miles de veces, las leyendas casi me las sabía de memoria, no dejaba de leerlas y mira que me causaban una terrible desazón, y es que, ¿cómo coño puede alguien enamorarse de un rayo de luna?, o ¿cómo es posible que nadie consiga hacer que ese órgano suene como dios manda y tenga que venir el organista del más allá? que digo yo que ese hombre también tendría derecho a descansar en paz, "Tres fechas", que angustiosa historia, o esa obsesión enfermiza por unos ojos verdes...lo bueno de las leyendas de Becquer es que superarlas, te hace fuerte...sí...realmente creo que es así...

¿Traumas actuales?...estoy pensando, un segundo por favor, ...¡huy, pues no se me ocurre ninguno!...a lo mejor es que ya me he liberado, o quizá no.

Hasta la próxima, o no.

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