2 de julio de 2007

Queridos abuelos...

Desde hace algo más de una semana es habitual ver por la calle a los niños acompañados de los abuelos, bien paseando, bien haciendo la compra, o esperando pacientemente a que el abuelo se tome el cortado o el carajillo de media mañana. Y esto me ha hecho recordar más intensamente a los míos.

Yo he tenido la suerte de conocer además de mis cuatro abuelos, a un bisabuelo y a una tatarabuela, de ella, centenaria mis recuerdos están fabricados a partir de unas fotos en las que me tiene cogida en brazos cuando yo apenas empezaba a hablar. De mi bisabuelo los recuerdos son reales, porque se fue cuando yo ya era toda una “mocita”, en mi cabeza aún le puedo ver, ya muy viejecito, sentado en la puerta de la casa de la playa buscando al gato, que siempre estaba perdido.

Recuerdo con especial cariño a mi abuelo paterno, que me llevaba a la parada del autobús del cole, y nos acompañaba a montar en bici algunos sábados y me llamaba “chiquita” y al que le sobraron sus dos últimos años postrado en una cama, muy lejos ya su mente de la realidad y mi abuela paterna, auténtica castellana, que nos preparaba unas estupendas comidas y la que le gustaba que después jugáramos con ella una partida a la brisca y que me enseño a hacer solitarios. Mi abuelo materno sentado siempre en su sillón del que yo estaba deseando que se levantara para ejercer de ocupa, lo que me gustaba aquel sillón que daba vueltas, y que me daba unas estupendas propinas cuando le hacía algún recado, de el recuerdo un momento muy entrañable, estaba yo sentada a su lado cuando nos anunciaron que había nacido mi hermano pequeño , se emocionó y se le escaparon algunas lágrimas. Todos ellos vivieron muchos años y murieron cuando yo ya pasaba los 25. Y todavía me queda una, que a pesar de los achaques de la edad, conserva una relativa buena salud.

Así que en este aspecto he sido muy afortunada. Sirva esto como pequeño homenaje a todos ellos.

Hasta la próxima, o no.


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